Salma Ortiz, 23

Salma Ortiz asegura que si bien DACA le dio libertad, también considera que ha sido un privilegio (Foto cortesía Salma Ortiz).

Salma Ortiz nació en Río Blanco, en el estado de Veracruz, México. A los 11 meses, cruzó la frontera a los Estados Unidos cargada por sus padres, quienes buscaban una mejor vida.

Ortiz descubrió que era indocumentada cuando estaba en el tercer año y su mamá les sacó los pasaportes a sus hermanos, pero no a ella.

“Siempre supe que nací en Veracruz, México, pero nunca me di cuenta que no tenía papeles”, dijo.

En el 2012, la administración del presidente Barack Obama creó el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA por sus siglas en inglés. El programa dio a ciertos jóvenes indocumentados permiso para vivir y trabajar legalmente en los Estados Unidos. Ortiz dice que luego que salió, su mamá fue la primera en darle el apoyo para solicitar este programa.

DACA, dijo Ortiz, “me dio como una libertad pero también obviamente lo veo como un privilegio”.

Porque al ser parte del programa DACA, Ortiz puede manejar, trabajar y estudiar sin preocuparse por el riesgo de ser deportada. Al mismo tiempo, se siente enojada y triste al saber que muchos jóvenes, incluso muchos de sus propios familiares, no pueden disfrutar de estos mismos privilegios. Esa es una de las motivaciones que tiene para pelear por los derechos de jóvenes inmigrantes.

Su pelea ha sido aún más urgente desde que la administración del presidente Trump anunció la terminación de DACA en septiembre de 2017.

En sus años de preparatoria, ella se sentía triste porque no se identificaba con otros jóvenes de su edad, pero eso cambió cuando Ortiz entró a la universidad. Ahí encontró a MeChA, sigla que significa en inglés, Movement to Ease Chicano/Hispanic Assimilation — en español, movimiento para reducir la asimilación de Chicanos e Hispanos.

“Honestamente siento que MeChA me dio un propósito,” dijo Ortiz, explicando que el grupo le ha dado la motivación para seguir adelante y pelear por el futuro de DACA.

Ortiz se ha convertido en activista y, como tal, ha viajado a varios estados para marchar por todos los jóvenes que buscan un mejor futuro y pedir un cambio al gobierno.

“Sí está cambiando la administración, sí estamos mejorando como comunidad, pero a veces veo que damos cinco pasos al frente y de ahí damos cuatro atrás”, dijo.

Ortiz espera trabajar como trabajadora social al graduarse de la universidad, un trabajo que le permitirá dedicarse aún más a su comunidad, dijo. Pero con la decisión sobre el futuro de DACA en la manos de la Corte Suprema, aseguró que tiene miedo de que tenga que dejar su educación si deciden poner fin al programa.

Mientras espera, sigue luchando por todos los jóvenes inmigrantes quienes, como ella, aspiran por una vida mejor.

“La generación anterior luchó para que nosotros pudiéramos tener DACA, ahora nosotros tenemos que luchar por la próxima generación”, dijo Ortiz.