Estefania Ramírez, 28

Estefania Ramírez trabaja en la misma escuela donde estudió, lo que le ha dado la oportunidad de regresar el apoyo que recibió cuando era pequeña. (Foto cortesía Estefania Ramírez).

Estefania Ramirez Delgado tenía apenas 5 años de edad cuando vino de México a los Estados Unidos con su familia. Hoy, 23 años más tarde, es asistente de maestra en una escuela primaria en Phoenix.

Ramírez se graduó de la preparatoria en el 2010 con altos grados y recibió una beca para la Universidad del Grand Canyon en Arizona. Pero no pudo disfrutar de la beca porque no tenía papeles.

Ella se acuerda de que 2010 fue un año difícil, pues entró en vigor la ley conocida como SB1070, que dio a las autoridades locales y estatales el derecho de aplicar leyes federales de inmigración. Fue por eso que su familia tomó la difícil decisión de moverse a Nebraska. Durante el año y medio que pasaron por allá, Ramírez luchó en contra la depresión, causada por estar lejos del estado que consideraba ser su casa y por haber dejado a sus amigos.

En el 2012, cuando el presidente Barack Obama creó el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA por sus siglas en inglés, Ramírez y sus dos hermanas decidieron solicitar para poder trabajar y continuar su educación. Por fin, dijo, las puertas se abrieron para que pudiera cumplir sus sueños.

Ramírez regresó a la universidad en el 2015, con planes de continuar su educación para convertirse en trabajadora social y así dedicarse a niños y adultos de su comunidad. Pero tres años después, en el 2018, la Corte Suprema del estado de Arizona anunció que los beneficiarios de DACA ya no calificarían para la matrícula dentro del estado, lo que significa que sus estudios les costaría más. Ramírez no podía pagar el alto precio.

Mientras espera por una definición — sea por parte de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que deberá decidir en junio el futuro del programa DACA, sea por una reforma migratoria o por un nuevo presidente que sea más abierto a ayudar a inmigrantes como ella — Ramírez trabaja tiempo completo como asistente de maestra de niños de primaria. Aseguró que les ha dado mucho cariño y enseñado “que aunque tengamos obstáculos, sí se puede; que aunque tengan una vida dura ellos lo pueden hacer”.

Ramírez trabaja en la misma escuela donde estudió, lo que le ha dado la oportunidad de regresar el apoyo que recibió cuando era pequeña.

Varios de los niños quienes frecuentan la escuela vienen de México, dijo. En ellos, se ve a sí misma. Ella no solo les ayuda a aprender varias materias educativas, pero también les enseña a hablar el inglés.

Ramírez espera regresar a México algún día para visitar y conocer a los familiares que dejó por allá, pero por ahora lo que más quiere es acabar su educación. Con la decisión de DACA en las manos de la Corte Suprema, Ramírez dijo que le da miedo ser deportada al país donde nació, que es un país que no conoce. Llama a los Estados Unidos su casa.

“Toda mi vida yo he estado aquí”, dijo. “Si me tiran para allá, bien perdida voy a estar”.