Del barrio al mundo: Colectivos mantienen viva la cultura lowrider

De diseño directo, discreto y reservado, este Oldsmobile Cutlass Supreme del 1985 se distingue a sus contemporáneos por medio de una estilo que se define por la tradición de su marca. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Con un marco color cereza, este Dodge de 1947 forma parte de la familia Latin Bombas. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Este Chevrolet Impala Supersport del 1965 se introdujo al mercado como una alternativa para personas buscando vehículo con un motor más potente y diseño más deportivo. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Perteneciente al grupo Latin Bombas, este Chevy Special Deluxe de 1940 contó con una serie de ajustes a sus antecesores que incluían una nueva suspensión y nuevas curvas en el marco. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Fabricado en el 1963, este Chevrolet Impala es un carro de tamaño completo que se considera uno de los modelos definitivos de los automóviles lowriders. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Equipado con dos puertas de marco ancho, este Chevy Monte Carlo del 1987 de marco blanco llegó a Day at the Bay como parte del colectivo City Car Club San Diego. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Con un marco super-bajo en la parte trasera, este Ford Thunderbird de los 60s se unió a una familia de modelos automovilísticos que llegó a definir a Ford durante mucho tiempo. (Sam Leal/Cronkite Noticias)
Con un diseño super compacto, este Thunderbird sigue en los pasos de su contraparte de tamaño completo, prefiriendo hacer más con menos.

SAN DIEGO, CALIFORNIA — Gafas negras, pantalón planchado, camisa abotonada y un par de zapatos blancos Nike limpiados a la perfección. Esta es la base de la vestimenta de la cultura chicana en el mundo de los automóviles lowrider.

Pero formar parte de esta cultura va mucho más allá de lo que uno trae puesto. Ser parte significa continuar en la tradición de una comunidad que sigue marcando presencia a través de sus costumbres, y principalmente, sus coches.

En el suroeste de los Estados Unidos, región originaria de esta cultura, su estilo es preservado por colectivos automovilísticos donde bajar el marco de un coche significa elevar su prestigio.

“La popularidad de los lowriders hoy en día es más fuerte que nunca”, dijo Richard Ochoa, presidente del club y dueño de su propia compañía de exhibición automovilística, Motorsport Showcase. “Esto ha pasado por el internet. Existen mecanismos que le permiten participar a gente que no haya visto la onda”.

Como Presidente Ejecutivo de Operaciones en Motorsport Showcase, Richard Ochoa ayuda a organizar exhibiciones de automóviles lowriders en diferentes partes del Valle. (Sam Leal/Cronkite Noticias)

Para darse una idea, durante los últimos 9 años se celebra la exhibición lowrider “Day at the Bay” en la bahía de San Diego, California por Street Tattoo Events. Este año contó con la participación de aproximadamente 1,200 coches y motocicletas, cifra que marca un aumento del 33 por ciento en comparación a los 900 que participaron en el 2018.

Jose “Pelon” Alvarado, coordinador principal del evento, estimó que el público también aumentó este año.

“El año pasado tuvimos alrededor de 5,400 espectadores”, dijo Alvarado. “Este año, tuvimos cerca de 7,500 en total”.

De Mesa hasta San Diego

Este año, 18 integrantes de Society Car Club asistieron a la exhibición “Day at the Bay”, exhibiendo un total de ocho carros. El grupo basado en Mesa, Arizona, fue establecido en 1980 por Ochoa.

Manny Sandoval estuvo entre los participantes.

Para Day at the Bay, Sandoval decidió seguir en los pasos de los principios familiares en los que se basa Society Car Club. Este año, el automóvil que exhibió le pertenecía a su cuñado, quien fue la inspiración para el diseño del coche después de fallecer.

“El carro fue hecho para él… era mi amigo de la infancia y teníamos pasión por los carros lowriders”, dijo Sandoval. “Crecimos entre lowriders y siempre platicamos de sus sueños y lo que quería hacerle a este lowriders”.

Day at the Bay contó con la participación de 76 colectivos provenientes de California, Arizona, Nuevo México y Nevada, con los primeros dos siendo los más representados.

Latin Bombas, un grupo del Valle Imperial en California formado en el 2005, estuvo entre ellos.

“Lo que nos gusta es que podemos juntar a la familia, las esposas, los hijos y los nietos. Es un club familiar”, dijo Manuel Molina, miembro de Latin Bombas.

Para Molina, el formar parte de esta cultura va mucho más allá de tener un carro personalizado.

“Todo está combinado”, dijo Molina. “La manera de vestir, la manera de hablar… nuestra cultura es ésta, la que representamos todos los que estamos aquí”.

Para Molina, colectivos como Latin Bombas y Society ayudan a cambiar la percepción social a veces negativa que prevalece en cuanto a la cultura lowrider.

“Todos creen que somos pandillas pero si miran lo que traemos invertido… es diferente. Todos trabajamos, todos mantenemos a nuestra familia… y de ahí nace nuestro movimiento”, dijo Molina. “El tiempo evoluciona y vamos cambiando esa mala impresión que tenían antes algunos”.

Molina se refiere a los vínculos que existen entre los lowriders y el fenómeno cultural de los pachucos durante las décadas de los 30s y 40s.

La idea del pachuco nació en las regiones de Ciudad Juárez, México y El Paso, Texas como respuesta de una comunidad mexicana en El Paso que se sentía oprimida por una cultura anglosajona que les demandaba abandonar sus raíces mexicanas, contó Ochoa.

En base a esto, los principios de la identidad de un pachuco se enfocan en contradecir las normas impuestas por la sociedad estadounidense. Así es como nació la rebelión estilística que llegó a definir su vestimenta y su porte.

Después de llegar a Los Ángeles, se incorporó la costumbre de bajar el marco de un automóvil lo más cerca al pavimento, esto tomó vuelo y nació el fenómeno de los lowriders.

El estilo lowrider se define por sus coloridos diseños y presencia formidable que no se minimiza ante la posibilidad de acaparar espacio. Muchos de estos automóviles incorporan diseños que reflejan la complejidad y matices de la cultura mexicana.

Economía impacta el negocio de los lowriders

La década de los 90s marcó un punto alto en la economía de los lowriders en la ciudad de Phoenix, según Luis Miranda, un mecánico basado en downtown Phoenix.

Miranda recuerda un tiempo cuando los automóviles lowriders solían hacer cruising o pasearse a lo largo de la ciudad.

A sus 51 años, Luis Miranda se dice ser uno de los pocos mecánicos con especialidad en lowriders en el valle de Phoenix. Segun él, la ciudad no cuenta con más de “7 o 8”. (Sam Leal/Cronkite Noticias)

“Aquí por la (Avenida) Central, el cruising daba desde los edificios hasta las montañas”, dijo Miranda, añadiendo que esto provenía de las raíces de la cultura lowrider en Phoenix y sus orígenes “a finales de los 70s y principios de los 80s”.

A sus 51 años, Miranda sigue manejando su taller, Miranda’s Customs, cuyo enfoque se especializa en ajustes y diseños de automóviles lowrider.

Establecido en 1989, Miranda’s Customs es uno de los pocos talleres que aún operan bajo esta especialización en la ciudad de Phoenix, según Miranda. En su opinión, el declive económico del 2008 fue un duro golpe para los talleres lowriders de Phoenix.

“Se acabaron muchos talleres”, dijo Miranda, añadiendo que la cantidad de talleres se fue de “unos 20 o 25” a “unos siete”. “Había muy poca gente todavía invirtiendo dinero… yo me quedé porque tenía muchos años en este negocio y para cambiar de oficio iba a estar muy difícil”.

Sin embargo, Miranda sigue firme en la fe que le tiene a su oficio.

“Yo tengo mucho orgullo en mi trabajo y es lo que me gusta hacer”, dijo Miranda. “Lo que me (interesa) es usar lo que Dios me (dio)… y usarlo lo mejor posible para ayudar a la gente a lograr lo que quieren tener.”

Al igual que Molina, Miranda expresó un deseo por cambiar la manera en la cual la cultura lowrider es generalmente percibida.

“La sociedad piensa que somos puros cholos, pandilleros, que vendemos drogas”, dijo Miranda. “Pero ya no es así. La gente tiene que cambiar en su forma de pensar porque es igual a todo lo demás… va progresando”.

Según él, esto se refleja en el alcance internacional que han llegado a tener los diseños automovilísticos de la comunidad, notando que “hay gente en Japón, en Europa, en Australia que hacen lowriders”.

“Pero nosotros los mexicanos aquí del suroeste somos los originarios”, dijo Miranda. “Nadie nos puede rebasar”.