Acompañantes forjan lazos de confianza y apoyo con niños migrantes

Darlin Peña, quien migró a los Estados Unidos cuando tenía 17 años, lee un pasaje de su diario donde comenzó a escribir sus experiencias de su viaje como joven migrante. (Foto por Paulina Verbera/Cronkite Noticias)

PHOENIX – Con lo poco que tenía ahorrado, 6,000 lempiras hondureñas, lo que serían como unos $200 dólares, Darlin Peña se despidió de su familia y emprendió el laberíntico viaje hacia Estados Unidos. No solo se enfrentó a los riesgos del camino, asaltos y extorsión, que experimentan otros migrantes, pero lo vivió todo en su adolescencia.

“El sueño empezó desde los siete años, yo trabajé desde esa edad”, dijo Peña ahora de 23 años. Después de haber hecho trabajos en construcción, se desesperó por la falta de oportunidades en Honduras. “La decisión ya estaba tomada y me vine”.

Peña fue uno entre los 6,747 menores no acompañados hondureños detenidos en el año lectivo 2013 (que inicia en septiembre de 2012 y culmina en octubre del año siguiente), según las cifras de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés).

La cifra de menores no acompañados que continúan llegando por la frontera incrementó en un 29 por ciento del año lectivo 2013 al 2018, a la par han aumentado los esfuerzos para abogar por el bienestar de estos niños y adolescentes por parte de organizaciones no gubernamentales. En algunos casos son esos mismos jóvenes como Peña quienes vivieron estas experiencias de cerca, los que ahora les sirven de guía.

Aunque han pasado casi 6 años su historia no es muy distinta a la que viven muchos migrantes menores de edad cuando deciden emprender este viaje solos, o si es que acaban siendo separados de su familia en el camino. El apoyo que recibió después de estas experiencias traumáticas en su camino fueron la fuente que lo llevaría a valorar la importancia del trabajo que hace hoy como voluntario de The Young Center en Phoenix.

Pegados en un tablero en la oficina del Young Center en Phoenix hay varias victorias que el personal y los 50 voluntarios han logrado en su trabajo diario. (Foto por Paulina Verbera/Cronkite Noticias)

The Young Center es una organización a nivel nacional cuya misión es tratar de brindar un nivel de apoyo diferente a estos jóvenes de entre 13 a 17 años. A través de su programa de voluntarios acompañantes, trabajan para abogar por estos niños y para velar por el interés superior de ellos en su proceso migratorio.

“Yo lo que hago es dar de los consejos que a mí me dieron”, dijo Peña. “Entra a la escuela, y siempre sigue por un buen camino”.

Aun así para Peña no fue sencillo borrar las cicatrices físicas y emocionales que vivió. En Guatemala le robaron y en Nogales, Sonora fue agredido y golpeado, por personas que para él parecían sicarios.

A esto se suman otras dificultades. El sistema de migración considera a estos niños y adolescentes como adultos, explicó Gladis Molina, directora del programa de acompañantes del Young Center en Phoenix.

“El apoyo que nosotros damos no es legal”, dijo Molina. “Los casos con los que sí trabajamos, lo que damos es un apoyo al joven en entender lo que está pasando, en tomar decisiones difíciles a veces, orientarlos y dar recomendaciones a la oficina de refugiados”, agregó.

Esta organización surge en el 2004. Aunque la ley no reconoce a los niños como distintos de los adultos, en el 2008 el Congreso aprueba la Ley de Re-autorización para la Protección de las Víctimas de la Trata de Personas. Es gracias a una breve mención en esa ley que los acompañantes ahora pueden guiar y apoyar a estos niños a través de su caso migratorio.

Desde entonces, la necesidad del trabajo de estos voluntarios ha aumentado. Simplemente en el sector de Yuma, la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza reportó un incremento de 89% del año fiscal 2017 al 2018 en el número de menores no acompañados que fueron detenidos.

En el 2013 se aprobó en el Senado una legislación bipartidista que adicionalmente incorporó el estándar del “interés superior del niño” en los requisitos de la Patrulla Fronteriza al decidir la repatriación del niño, según el Consejo de Inmigración de los Estados Unidos, una organización sin fines de lucro y no partidista.

Cuando un niño intenta cruzar la frontera, y es detenido por autoridades fronterizas, es transferido a un albergue mientras se resuelve su caso en las cortes de inmigración. Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, hay más de 100 albergues en 17 estados. Es en estos albergues donde los acompañantes voluntarios del Young Center llegan a conectar con un niño para ser una fuente de aliento durante esta transición tumultuosa.

“En este sistema es muy difícil para ellos ser niños, les quitan todo lo que tienen, y al final del día son un número”, dijo Priscilla Guadarrama, coordinadora de voluntarios del Young Center en Phoenix. “Nuestros voluntarios tienen la oportunidad de ir y regresarle su personalidad, regresarle lo que ellos les gusta hacer”.

The Young Center en Phoenix actualmente tiene 50 voluntarios que trabajan directamente con los niños que están en los albergues mientras esperan el próximo paso en su caso migratorio. Buscan voluntarios que sean bilingües, que tengan al menos 21 años, y que pasen una serie de verificaciones de antecedentes penales. Si cumplen con los requisitos, asisten a dos días de entrenamiento donde reciben asesoría sobre cómo forjar una relación de confianza con ese niño. El compromiso es de hacer una visita por semana, y en su mayoría trabajan con adolescentes pero en ocasiones con bebés de tan solo unos meses.

Priscilla Guadarrama, coordinadora de voluntarios de The Young Center, busca que los que deseen brindar de su tiempo a esta organización en verdad sean apasionados por el apoyo que brindarán a esos jóvenes. (Foto por Paulina Verbera/Cronkite Noticias)

Maritsa Leyva, 32, lleva ya dos años dando de su tiempo a esta organización como una voluntaria acompañante. Oriunda de Guerrero, México, Leyva creció en Houston donde siempre se sintió apoyada por su mamá, sus hermanas, y sus instructores en la escuela. “Al crecer, más que cualquier otra cosa, anhelaba una educación para tener opciones, y para obtener la capacidad de dar más”, dijo Leyva. “Dar más a mi familia. Más a mi comunidad”.

“Yo tuve una buena base de amigos y de instructores, y si llegas aquí sin nada y sin nadie, no tienes esa base”, dijo Leyva. “Esta es mi manera de recordar, de regresar y rendir homenaje a mi comunidad, de honrar la conexión humana que aquellos en mi pasado solían animarme e impulsarme hacia adelante cuando era niña”.

Maritsa Leyva, voluntaria de The Young Center, ha brindado su tiempo por dos años como voluntaria del Young Center con el papel de acompañante de jóvenes migrantes. (Foto por Paulina Verbera/Cronkite Noticias)

Leyva ha sido maestra en distintos grados escolares y por eso es que siente que puede fomentar una relación más orgánica cuando se reúne con uno de estos niños por primera vez.

“No tengo ningunas expectativas cuando entro a un cuarto y conozco a un nuevo niño o una nueva niña”, contó Leyva. Ella se conecta a estos niños entendiendo cómo se siente llegar a un país y no saber el idioma. “Poco a poco como que se van abriendo ellos mismos y te dicen cosas”, compartió Leyva.

Aunque la experiencia de Peña al llegar a este país no fue la misma a la de Leyva, él también se sintió conectado con estos niños y jóvenes contándoles sobre la importancia de no olvidarse de dónde vienen.

Después de salir de un albergue en el 2013, comenzó su vida en Arizona. Ahora Peña vive en Phoenix, está trabajando y a punto de terminar su diploma de educación general (GED).

“Hay algunos niños que están con el miedo de hablar porque no saben si pueden confiar en uno o no, pero con el tiempo uno va agarrando la confianza”, dijo Peña. “La confianza es algo que no se compra a la vuelta de la esquina”.

Peña también ha comenzado a escribir la historia de su travesía como un niño migrante. Gracias a clases de periodismo que tomó en su albergue, él se ha puesto la meta de terminar este proyecto para el fin de año.

“Empecé de dónde me acuerdo,” dijo Peña. “Escribí de todo un poco, de lo bueno que me ha pasado y de lo malo, y sobretodo que Dios nunca me ha abandonado, y hasta ahorita pues ya no creo que lo vaya hacer”.