Activistas en la frontera dicen que su trabajo no es delito

Justine Orlovsky-Schnitzler prepara galones de agua para dejar en el desierto el 12 de enero de 2019. (Foto por Mia Armstrong/Cronkite Noticias)

TUCSON — Un sábado de enero hacia las 12 de la tarde Geena Jackson y Justine Orlovsky-Schnitzler llenaron sus mochilas con galones de agua y latas de frijol en el desierto cerca de Arivaca, Arizona. Las voluntarias del grupo humanitario No Más Muertes empezaron a caminar por un sendero, abriéndose paso entre arbustos gruesos y ramas espinosas para dejar esa ayuda humanitaria en un zona conocida por el paso de migrantes cruzando la frontera entre México y Estados Unidos.

Apenas hace una semana, esa organización encontró los restos de dos personas en el desierto, dijo Jackson, quien ha trabajado con el grupo desde 2012. Y son situaciones como esta las que motivan a los voluntarios a seguir en su labor humanitaria convencidos de que pueden salvar más vidas.

Pero ahora, el trabajo de No Más Muertes está en el centro de un conflicto legal con el gobierno federal, con nueve de los voluntarios del grupo acusados de delitos menores, y uno de ellos también acusado de delitos graves. Todos los cargos resultaron del trabajo humanitario que estaban haciendo para el grupo. Este martes inició el juicio contra cuatro voluntarios, Madeline Abbe Huse, Natalie Renee Hoffman, Oona Meagan Holcomb, y Zaachila I. Orozco-McCormick, en la Corte Federal del Distrito de Arizona en Tucson.

El resultado de este juicio que es el primero de esta naturaleza bajo la administración del presidente Donald Trump podría tener efecto en el trabajo a futuro de No Más Muertes. El juicio trae a luz preguntas más amplias sobre las obligaciones del gobierno federal de prevenir más muertes en el desierto, y su posible responsabilidad en una crisis humanitaria enlazada con la fortificación de la frontera. También, plantea hasta qué punto las acciones de los activistas son una respuesta moral y religiosa protegida por las leyes o si están desobedeciendo a propósito las regulaciones federales que protegen áreas de vida silvestre.

Los cargos y el juicio

Los cuatro voluntarios están acusados de delitos menores que incluyen operar un vehículo motorizado en una área silvestre protegida, entrar a un refugio natural sin autorización, y abandonar propiedad allí. Cada cargo tiene una condena máxima de seis meses en prisión y una multa de $100 a $250, según documentos de la corte.

Los cargos son en relación a actividades que hicieron en el verano de 2017 en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Cabeza Prieta en el sudoeste de Arizona. La administración del refugio, que es parte del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, dice en los documentos de sus permisos que el área es “uno de los ambientes más extremos de América del Norte”, y por eso tiene reglas estrictas sobre las actividades que pueden tener lugar allí, y no permiten que se ingrese al refugio sin una autorización oficial. Para recibir el permiso que necesitan, los visitantes del refugio tienen que aceptar algunas condiciones. Entre ellos, según documentos presentados en la corte federal el martes, se incluye el no abandonar su propiedad personal, incluso agua, comida y cobijas.

Cosme Lopez, un portavoz del Departamento de Justicia, la agencia encargada de encauzar a los voluntarios, dijo que su oficina no puede comentar sobre el juicio porque sus casos aún no han sido resueltos.

Sin embargo, en la corte el martes, los abogados del gobierno federal, Anna R. Wright y Nathaniel J. Walters, argumentaron que los voluntarios violaron las reglas del refugio deliberadamente, y que dejaron agua y comida para el uso expreso de migrantes sin un permiso oficial. Wright y Walters también establecieron que la Patrulla Fronteriza tiene un sistema de balizas de rescate a través del refugio, que pueden usar los migrantes que necesitan ayuda.

El gobierno llamó a Michael West, el agente del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre quien encontró a los voluntarios en el refugio sin autorización, como su primer testigo. West explicó que encontró a los voluntarios en un área de vida silvestre en la cual solo son permitidos vehículos del gobierno, que no tenían la autorización necesaria para entrar al refugio, y que dejaron comida y agua en un sitio que se llama Charlie Bell Well, un área de interés arqueológico. El agente West dijo que su propósito principal es proteger la vida silvestre de cualquier situación que represente una amenaza.

En apoyo a No Más Muertes varios simpatizantes se reunieron en las puertas de la Corte del Distrito Federal de Arizona Evo A. De Concini en Tucson el 15 de enero de 2019. (Foto por Nicole Ludden/Cronkite News).

El argumento principal de la defensa es que los voluntarios actuaron por motivos religiosos. El abogado defensor Christopher B. Dupont argumentó que un “profundo amor perdurable por todos los seres humanos” es fundamental a través de todas las religiones. Además, los abogados defensores dijeron que los voluntarios no abandonaron su propiedad allí, solo dejaron comida y agua por un tiempo corto, y planeaban regresar por lo que habían dejado.

“La situación humanitaria en la frontera es una crisis del alma”, dijo Dupont, durante el juicio. “Su libertad religiosa no depende de los caprichos descuidados del gobierno federal…tienen el derecho de ejercer su religión de acabar con la muerte y el sufrimiento”.

El Reverendo John Fife, quien fue uno de los fundadores de No Más Muertes en 2004, también afirmó en la corte que su fe precisamente fue uno de los motivos que los impulsó a organizar el grupo y hacer el trabajo que hacen en el desierto. Desde 2008, No Más Muertes ha sido un ministerio oficial de la Iglesia Unitaria Universalista de Tucson.

Finalmente, a través de sus testigos y su interrogación de los testigos del gobierno, la defensa intentó probar que el gobierno no está haciendo lo suficiente para responder a lo que la defensa dice es una crisis humanitaria de personas muriendo en el desierto.

Pero el juez, Bernardo P. Velasco, dijo en respuesta que “este juicio no es sobre la obligación del gobierno”.

Cargos a voluntarios coinciden con denuncias contra la Patrulla Fronteriza

Scott Daniel Warren, otro voluntario de No Más Muertes quien es acusado de varios cargos por delitos graves relacionados con transportar y encubrir a migrantes sin autorización de estar en el país, enfrenta un proceso penal paralelo al de sus cuatro compañeros. Si es declarado culpable, su condena máxima podría ser de 20 años, según Amy Knight, una de sus abogadas.

Warren fue arrestado en enero de 2018 en un albergue que No Más Muertes usa en Ajo, Arizona junto a dos migrantes que estaban allí. El albergue, que se llama “the Barn”, es un sitio donde los migrantes pueden encontrar agua, comida, ropa, y otras provisiones.

El arresto de Warren ocurrió horas después de la publicación de un informe de No Más Muertes que acusó a la Patrulla Fronteriza de destruir galones de agua que el grupo deja en el desierto para los migrantes.

Según el informe, del 2012 al 2015, el grupo encontró que al menos 3,586 galones de agua fueron destruidos en una área cerca de Arivaca, Arizona de aproximadamente 800 millas cuadradas. El grupo también publicó un video que muestra a varios agentes destruyendo los galones de agua que No Más Muertes había dejado.

En su informe, No Más Muertes reconoció que hay varias entidades que pueden ser responsables por la destrucción de ayuda — cazadores, milicias, rancheros, y agentes del servicio forestal, entre otros. Sin embargo, atribuyó la mayoría de los daños a agentes de la Patrulla Fronteriza.

La Patrulla Fronteriza no pudo dar una entrevista a Cronkite Noticias sobre su relación con los grupos humanitarios debido al actual cierre del gobierno federal. Sin embargo, en enero del 2018, la agencia dijo a Cronkite News que no apoya la destrucción de comida ni agua en el desierto, y que tomaría acciones disciplinarias en contra de agentes que fuesen encontrados haciéndolo.

Al igual, Art Del Cueto, vicepresidente y vocero de la Unión Nacional de la Patrulla Fronteriza, dijo que muchos agentes no están de acuerdo con la destrucción de la ayuda humanitaria.

“La realidad de las cosas es que es un porcentaje muy bajo de los que han hecho eso a comparación con las miles de vidas que nosotros de la Patrulla Fronteriza se dedican a salvar”, dijo en una entrevista en español.

Aunque los agentes de la Patrulla Fronteriza no quieren que las personas mueran en el desierto tampoco, dijo Del Cueto, el objetivo de la Patrulla Fronteriza es “detener el tráfico de ilegales”.

Un juicio, una campaña

No Más Muertes organizó una bendición en la Iglesia Presbiteriana del Sur como parte de un día de acción el sábado 12 de enero antes del inicio del primer juicio de sus voluntarios.

Después de la ceremonia religiosa, Lois Martin, quien ha trabajado con No Más Muertes por 14 años, se preparó con otros miembros de la organización para ir al desierto a dejar ayuda humanitaria. Los cargos en contra de sus compañeros no la han desanimado.

“Nos hace más decididos. Sabemos que la gente se está muriendo ahí afuera, todos los días sabemos que la gente se está muriendo”, dijo Martin.

Un recipiente de un galón de agua representando la ayuda humanitaria que los activistas dejan en el desierto en una ceremonia en la Iglesia Presbiteriana del Sur en Tuscon. (Foto por Mia Armstrong/Cronkite Noticias)

Al mismo tiempo que voluntarios como Martin estaban en el desierto, otros estaban tocando puertas en barrios a través de Tucson, hablando con los residentes sobre el trabajo de No Más Muertes e intentando convencerlos de poner un anuncio en el frente de su casa que dice: “La Ayuda Humanitaria Nunca Es Un Delito. Retiren Los Cargos”. Su meta era cubrir la ciudad de anuncios antes del inicio del juicio.

Sus miembros dicen que la criminalización de la labor de los voluntarios es parte del endurecimiento de las políticas migratorias dentro de la administración del presidente Trump y constituye una “sentencia de muerte” para más migrantes.

El martes muchos de ellos llevaron estos anuncios para desplegarlos afuera de la corte, e ingresaron a la sala del juicio en solidaridad con los acusados.

Voluntarios de No Más Muertes colocando letreros en apoyo a sus miembros en algunos barrios de Tucson (Foto por Lillian Donahue/Cronkite Noticias)

No fue la primera vez que voluntarios de No Más Muertes han estado en una corte. En 2005, dos voluntarios, Daniel Strauss and Shanti Sellz, fueron arrestados por transportar a dos migrantes que necesitaban cuidado médico. Un juez federal desestimó los cargos en 2006.

En 2008, el voluntario Dan Millis fue acusado y declarado culpable de tirar basura por dejar galones de agua en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Buenos Aires. En 2010, el Tribunal de Apelación del Noveno Circuito de los Estados Unidos anuló su condena.

El martes, Millis dio su apoyó a los cuatro voluntarios enfrentando una situación similar a la que él vivió hace una década.

“Para los que están en la corte ahora, les digo que tengan fuerza, que tengan fe, que lo que hacen es bueno para la humanidad, y que tenemos que seguir dando la ayuda humanitaria”, dijo a Cronkite Noticias en español.

El desierto: territorio peligroso, disputado

El desierto al sur de Tucson es despiadado; sus montañas empinadas, animales venenosos, temperaturas extremas y paisajes de un color marrón seco pintan un escenario que oscila entre tranquilo y mortífero.

Los voluntarios de No Más Muertes buscan llegar a esas zonas del desierto que ha cobrado más vidas de inmigrantes y aseguran que el refugio de Cabeza Prieta ha sido uno de los corredores más letales.

Según datos de la Oficina del Médico Forense del Condado Pima, 249 personas han muerto en la zona de Cabeza Prieta en el período entre 2001 y 2018.

Una de las zonas del desierto cerca de Arivaca, Arizona donde No Más Muertes deja agua. (Foto por Mia Armstrong/Cronkite Noticias)

Históricamente ha sido difícil determinar cuántas personas han muerto en el desierto.

Según los datos oficiales de la Patrulla Fronteriza, 7,216 personas han muerto en la frontera suroeste entre los años lectivos de 1998 y 2017. Aproximadamente 38 por ciento de esas muertes ocurrieron en el sector de Tucson.

Sin embargo, algunas investigacioness han indicado que los totales de la Patrulla Fronteriza subestiman el número real de muertes. En un reportaje de 2017,USA Today descubrió que las autoridades federales, en gran parte, excluyen en sus datos oficiales los restos que son hallados por autoridades locales. En un período de cinco años entre el 2012 al 2016, USA Today encontró que el número real de muertes en Arizona era 25 por ciento más alto que el número que publicó la Patrulla Fronteriza.

Cuando dejan ayuda, los voluntarios de No Más Muertes dicen que reconocen la letalidad del desierto, y que aprecian que una lata de frijol, una cobija, o un trago de agua pueden hacer la diferencia entre vivir y morir.

Art Del Cueto, el vicepresidente y vocero para el suroeste de la Unión Nacional de la Patrulla Fronteriza. (Foto por Mia Armstrong/Cronkite Noticias)

Pero algunos críticos dicen que la ayuda que dejan puede caer en las manos equivocadas.

Del Cueto, de la Unión Nacional de la Patrulla Fronteriza, dijo que reconoce que No Más Muertes deja ayuda con intenciones buenas. Pero el problema es que coyotes o personas trabajando por parte de organizaciones criminales pueden aprovechar de esa benevolencia, agregó

“Lo que ha estado ocurriendo muchas veces es que las personas que están vigilando de parte de los carteles..son las que bajan de la sierra o bajan de las montañas, están constantemente revisando donde dejan la comida o el agua, y ellos son los que lo están utilizando”, dijo Del Cueto.

Pero Geena Jackson dijo que como trabajadores humanitarios, decidir quien merece agua y comida no está en sus manos.

“No sabemos quién está utilizando nuestra ayuda, y no creemos que nadie merece morir en el desierto”, afirmó Justine Orlovsky-Schnitzler, otra de las voluntarias.

Era con esa creencia, que ambas salieron en un sábado reciente a dejar ayuda humanitaria en el desierto.

Después de unos 10 minutos caminando, llegaron al sitio que iban a abastecer. Pero todos los galones y latas que habían dejado antes habían sido destruidos.

Geena Jackson ha trabajado con No Más Muertes desde 2012, y ha visto mucha de la ayuda que el grupo deja destruida. (Foto por Mia Armstrong/Cronkite Noticias)

“Esto está rajado”, dijo Jackson, examinando un galón. “Entonces, la gente vino y tiró los frijoles, y puedes ver las puñaladas, así la gente apuñaló el galón”.

Jackson y Orlovsky-Schnitzler recolectaron todas las provisiones dañadas, amarrando galones a sus mochilas y poniendo las latas en una cubeta que antes retenía una cobija pero ahora servía como un contenedor de basura.

Dejaron los galones y latas nuevos que habían llevado en el mismo sitio. En los galones, escribieron mensajes de apoyo.

“Buena suerte”, escribió Orlovsky-Schnitzler.