Cuando la música cruza la frontera

En el pueblo de Naco- a sólo 13 millas al sur de Bisbee, Arizona- una visita por semana, trae diversión y ritmo. Hace muchos años, enseñarle música a los niños mexicanos a través de la frontera sólo era un sueño.

Pero hoy, se ha vuelto realidad con el esfuerzo de Gretchen Baer, una artista de Bisbee.

“Sólo estar aquí en la frontera, es un lugar especial. Y yo pienso que los niños son especiales también…por lo menos eso es lo que a mí me parece”, dijo Baer, fundadora de la banda Mariposa.
Para los niños de Naco, una oportunidad como esta no es fácil de encontrar. Muchas de las familias aquí son de escasos recursos. Y las lecciones de música, no son una prioridad.

“Es mi mayor imaginación. Porque cuando estaba chiquito me compraron una batería y siempre la tocaba”, dijo Josué González, uno de los niños que integran la banda. González se va derecho de la escuela a los ensayos.

Más allá de aprender a cómo tocar una guitarra, las lecciones tienen otra dimensión más profunda.

Es un proyecto que está tumbando barreras a lo largo de la frontera. Y su mensaje es fuerte y claro: que juntos, niños y adultos de dos países diferentes pueden crear armonía.

“Todos nos animamos cuando estamos aquí. Regresamos, regresamos otra vez, y seguimos regresando. Y la recompensa realmente es que se siente bien ayudar a estos niños”, dijo Erick Kruske, un músico de Bisbee, que participa de las lecciones.

Todos los instrumentos y materiales de la banda son donaciones que vienen de los Estados Unidos.

Gretchen Baer fundadora de la banda Mariposa en Naco, Sonora. (Foto Adriana De Alba/Cronkite News)

El puerto fronterizo de entrada a Naco es muy dinámica. En menos de cinco minutos, se puede llegar a México y es fácil para que los músicos visiten a los niños. Van a verlos dos veces por semana.

Para muchos como Baer, la frontera sobre los Estados Unidos y México es un símbolo de dos naciones divididas. Pero con gente entrando y saliendo todos los días, corre más como un río.

“El muro fronterizo no es nada”, dijo Baer. “No detiene a la gente de cuidarse la una a la otra. No impide que los niños sean niños y que les encanta tocar música juntos”, afirmó.

Para muchos artistas y músicos, el producto final es la meta. Pero aquí, es el viaje personal que los hace regresar.

“Nomás con que ellos quieran que yo regrese a ayudarles con la música, y enseñarles canciones yo estaré aquí. Yo quiero estar con los niños”, compartió Kruske.

La esperanza de este proyecto es que se extienda más allá de las calles de naco.

“Espero que nuestro proyecto inspire a otras personas a que crucen para acá. Está bien en este lado. De hecho, es muy lindo aquí. Está lleno de colores, la gente es amable y cariñosa, hay mucha risa, los niños son estupendos, que hay que no podamos querer?”