Soñadores con hijos: Cuando las raíces son profundas

Todos los días a las 6 de la mañana Karina Ruiz despierta a sus tres hijos de 15, 8 y 5 años. Ruiz viste a los dos hijos más pequeños en sus uniformes: un pantalón azul marino y una playera polo del mismo color y les da desayuno para después llevarlos a la escuela.

Mientras sus hijos están en la escuela Ruiz, de 33 años, aprovecha para hacer quehaceres de la casa y trabajar. Limpia la casa, lava la ropa, y cocina la merienda preferida de los niños para cuando regresen de la escuela o va a la oficina de bienes raíces donde trabaja.

Por las tardes, cuando sus hijos regresan del colegio ella les ayuda a hacer las tareas e inclusive lee con ellos.

Esta es su rutina diaria, sin embargo, esta rutina podría cambiar y los más impactados por el cambio serían sus hijos. Eso es algo que preocupa a madres como Ruiz cuya protección migratoria en el país está a punto de caducar.

Para su generación que se crió en Estados Unidos como si fuera estadounidense pero sin documentos, es un desafío por doble partida: Enfrentar la posibilidad de dejar su hogar y balancear su vida personal con el activismo.

“Si los niños tienen alguna actividad pero yo me comprometí a ir a un foro o dar una información tengo que decidir. Y sí, mi familia es importante, pero a veces llevar ese mensaje de que tenemos que solucionar ese problema y que yo no tenga que ser separada de mis hijos creo que es más importante a largo plazo”, dijo Ruiz.

Ruiz es beneficiaria de DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) un programa que la protege de la deportación. La acción diferida creada en el 2012 por orden ejecutiva del ex presidente Barack Obama fue revocada en septiembre por el presidente Donald Trump, desamparando a 800,000 personas.

Ruiz forma parte del 26 por ciento de beneficiarios de DACA que tienen hijos que son ciudadanos estadounidenses, de acuerdo a un análisis del Centro para el Progreso Americano (Center for American Progress), una organización que analiza políticas públicas.

El permiso de DACA de Ruiz no vence hasta enero de 2019, no obstante, ella ya ha hablado con sus hijos sobre el riesgo de ser separados.

“Si hemos hablado de la posibilidad de que me paren de repente y que termine en proceso de deportación si se acaba mi DACA”, explicó la soñadora.

Su situación ha creado temor en sus hijos.

“A veces en momentos de incertidumbre mis niños me dicen, por ejemplo, cuando Trump ganó las elecciones me decían: ‘te va a mandar a México’. Ese tipo de cosas que los niños no deberían de tener estas preocupaciones sin embargo las tienen. Es un reto de vencer esa ansiedad que provoca no saber que viene mañana pero no solo para mi sino para mi familia”, declaró Ruiz.

Una ansiedad que sus hijos experimentan, en especial el mayor de 15 años quien ante la posibilidad de que su madre sea deportada a México le ha confesado “que no se quiere ir a México”.

“El ya tiene su vida aquí como adolescente. Yo lo entiendo porque yo vine de México como adolescente y es muy difícil dejar todo, tus amigos, tus conocidos, tus familiares, es muy difícil dejar lo que conoces para irte a un lugar a donde no conoces nada”, dijo Ruiz.

Karina Ruiz disfruta una tarde en el parque con sus dos hijos. (Foto por Jackie López, Cronkite Noticias.)

Ruiz es originaria de México y emigró a Estados Unidos junto a su familia a la edad de 15 años.

Desde que Ruiz comenzó en el activismo en el 2012, su hijo mayor la ha acompañado a los diferentes eventos comunitarios y ha sido testigo de la lucha de su madre para obtener un estatus legal permanente en el país. Ruiz es la directora de ADAC, la Coalición por el Acta Sueño.

“El sabe muy bien y entiende. Y él me dice que no me preocupe que él como ciudadano cuando cumpla 21 años me puede pedir porque lo ha oído incluso en los foros a los que hemos ido entonces me trata de dar tranquilidad”, dijo Ruiz.

Pero no es tan sencillo.

Ruiz podría explorar la posibilidad de obtener un alivio legal, ya que está casada con un residente, sin embargo, ella ha decidido no optar por la opción fácil.

“Le he dicho que no me casé con él por los documentos entonces también es como personal mío de ver la posibilidad de que cómo, como dreamers luchemos y logremos algo”, declaró.

Aunque suena como un proceso fácil el obtener estatus legal por medio de la pareja puede ser complicado dependiendo del caso, dijo la abogada de inmigración, Alma Montes De Oca.

“Todo depende de cómo fue que entró esa persona, esa es siempre la primera pregunta que se tiene que hacer en cualquier caso migratorio porque todo esto va a determinar si es que va a poder arreglar dentro de los Estados Unidos, si es que entro con visa, o si entró sin visa, esa persona probablemente va a tener que salir a Ciudad Juárez (en México) a un perdón”.

El proceso para que una persona que entró con una visa al país ajuste su estatus es de aproximadamente un año, para una persona que entró sin visa el proceso puede tardar más de un año y medio, dijo la abogada.

“Se tiene que mandar pedir los perdones migratorios y si estos perdones no se aprueban se tienen que mandar pedir nuevamente y aquí es dónde corre el peligro la persona que al salir a Ciudad Juárez, si es que no se aprueban esos perdones y esos permisos para re-entrar, la persona puede tener probablemente castigo de 10 años”, explicó la abogada.

Ruiz ha decidido desafiar su destino al intentar luchar por que se apruebe un Dream Act limpio. Es decir un proyecto de ley que no resulte en la deportación de otros inmigrantes, por ejemplo, los padres de los dreamers, sino están contemplados para legalizarse en la legislación.

En caso de que su destino sea la deportación dijo: “Creo que el plan sería vivir en la frontera en donde pudiera verlos constantemente”.

“No quiero que mis niños se vayan de donde son”, afirmó. “No negarles a ellos el que puedan estudiar en una escuela americana, en una escuela donde puedan tener oportunidades para su futuro”.