Consejo Médico de Arizona podría tardar años en penalizar a doctores por exceso de recetas

PHOENIX – Una paciente de 29 años de edad recibió una prescripción médica de un peligroso coctel de ansiolíticos y opioides por parte de su médico en Fort Mohave luego de sufrir un accidente automovilístico.

Otro paciente, esta vez un hombre de 61 años de edad con dolor de espalda, recibió una prescripción de una dosis potencialmente fatal de analgésicos, incluyendo fentanilo, un opiáceo 30 a 50 veces más fuerte que la heroína.

Casi cinco años después del primer caso documentado de prescripción excesiva que involucraba a este médico, la Junta Médica de Arizona suspendió su licencia médica en agosto. Tres meses después, en noviembre, las autoridades lo arrestaron en Wyoming presuntamente por recetar una cantidad ilegal de opioides a residentes de cinco estados, según una denuncia ante la Oficina del Fiscal de Distrito del Estado de Wyoming.

En Yuma, un médico fue forzado a entregar su licencia el año pasado luego de recetar grandes cantidades de sustancias controladas, incluyendo analgésicos narcóticos y ansiolíticos, a un paciente que falleció de toxicidad por alcohol y drogas. Según los registros, “las recetas continuaron hasta su muerte”.

Aun cuando el número de médicos y asistentes médicos sancionados por recetar cantidades excesivas de opiáceos – solo 250 en los últimos 16 años – es pequeño comparado con los más de 19,000 que actualmente cuentan con licencia para recetar sustancias controladas, los registros disciplinarios de las juntas médicas detallan más de 1,000 casos de prescripción excesiva, a veces luego de que el médico ha recibido múltiples amonestaciones. En los casos más flagrantes, los médicos recetan opiáceos como OxyContin, Vicodin, Percocet, Dilaudid y otros medicamentos en masa por lucro, con frecuencia sin realizar ningún examen médico.

Puede tomar años para que un médico sea penalizado y las suspensiones son raras, de acuerdo con un análisis de Cronkite News de cientos de registros disciplinarios de la Junta Médica de Arizona, la Junta de Asistentes Médicos de Arizona y la Junta de Osteópatas de Arizona. Entretanto, muchos de estos médicos continúan ejerciendo.

“Lo que les diría a los médicos es que se aseguren de que comprenden todos los hechos relacionados con estos increíbles productos y que se aseguren de que la gente que los reciba sea quien los necesita, de que los evitemos en los casos en que se trata de alguien que ya ha vencido una adicción o que es alcohólico o drogadicto y de que estemos haciendo las preguntas correctas,” manifestó el gobernador de Arizona, Doug Ducey.

“Y a los médicos que abusan de estos productos y son parte de estos traficantes de drogas que tratan de hacer uso de la ley o de una norma, que tratan de encubrirlos, les diría que no solo vamos a remediar esa situación, sino que vamos a ir por ustedes también”.

Cronkite News realizó una investigación de cuatro meses sobre el aumento del abuso de opioides recetados en Arizona. Docenas de periodistas en la Universidad Estatal de Arizona examinaron miles de registros y viajaron por todo el estado entrevistando adictos, autoridades, funcionarios públicos y expertos en atención médica. Su meta: llegar a la raíz de la epidemia, explicar sus ramificaciones y brindar soluciones.

Desde el 2010, más de 3,600 personas han sufrido una sobredosis y han muerto de opioides en Arizona. En el 2015, las muertes ascendieron a 701 – el número más alto registrado hasta el momento, o casi dos por día, según el análisis realizado por el Departamento de Servicios de Salud de Arizona.

Los expertos manifiestan que la epidemia de opioides no se limita a los médicos que prescriben en exceso potentes analgésicos intencionalmente. Solo el año pasado, el cirujano general de los Estados Unidos Vivek H. Murthy emitió un informe nacional haciendo un llamado a un “cambio cultural en la manera en que vemos las adicciones,” urgiendo a los médicos y proveedores de salud a que sean más diligentes al momento de recetar medicamentos peligrosos incluso a pacientes que puedan necesitarlos.

“Un estudio reciente determinó que los médicos continúan recetando opioides a 91 por ciento de pacientes que sufrieron una sobredosis no fatal. De ellos, un 63 por ciento continúa recibiendo altas dosis y 17 por ciento de estos pacientes sufrieron otra sobredosis en un periodo de dos años,” estableció el informe.

Arizona ha permanecido entre los estados cuyas farmacias, hospitales y médicos han adquirido mayor cantidad de oxicodona y morfina por persona desde que la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) empezó a publicar información en el año 2000. En el 2015, solo en el caso de la oxicodona, ingresaron más de 2 millones de gramos al estado, el tercer total más alto per cápita del país.

Las juntas estatales que regulan y otorgan las licencias a los médicos en Arizona dependen casi enteramente de las quejas presentadas por residentes o familiares de pacientes preocupados. Patricia McSorley, directora ejecutiva de la Junta Médica de Arizona y la Junta de Asistentes Médicos de Arizona – que supervisan a la mayor parte de médicos y a todos los asistentes médicos del estado – se excusó de ser entrevistada para esta historia.

Jenna Jones, directora ejecutiva de la Junta de Osteópatas de Arizona, que regula a los 3,200 osteópatas del estado, indicó que la junta está tratando de ayudar a sus médicos a detectar a potenciales adictos antes de recetar los medicamentos.

“El problema de la prescripción de opioides no se limita a un área,” señaló. “Sencillamente, se trata de algo que es difícil de controlar. Estamos tratando de dar a los médicos ideas de cómo reconocer a aquellos con un comportamiento de adicción a las drogas y cómo lidiar con ello”.

Desde 2009, se han registrado más de 14,500 casos de sobredosis por heroína y opioides en las salas de emergencia en todo el estado. (Foto de Johanna Huckeba/Cronkite News

El Dr. Shakeel Kahn, médico de Fort Mohave que fue arrestado en noviembre, pasó años enfrentándose abiertamente con las farmacias locales sobre sus métodos de prescripción mientras continuaba repartiendo pastillas, con una escasa acción de parte de la Junta Médica de Arizona. Envió cartas a las farmacias en 2012 exigiendo que estas surtan a sus pacientes de los poderosos analgésicos opiáceos que les recetaba o, de lo contrario, que se prepararan para una demanda.

Kahn cumplió con su promesa, demandando a dos farmacias y farmacéuticos, uno de los cuales llamó a Kahn un “curandero” que estaba “contribuyendo al abuso de drogas en el área de Bullhead City,” de acuerdo con los documentos de la corte.

Perdió ambas demandas.

En ese momento, la junta médica envió a Kahn una carta de advertencia “no disciplinaria”, diciendo que el registro de las historias clínicas de varios de sus pacientes a quienes prescribió varios opioides era cuestionable. Hasta hace poco, su única sanción formal tuvo lugar en 2010 por un presunto caso de abandono de una paciente en el que le había aumentado la dosis de Dilaudid, un opioide, incluso cuando ella ya se encontraba “aletargada y somnolienta,” posiblemente ocasionando que desarrollara “neumonía con falla respiratoria aguda mientras se encontraba hospitalizada,” según los registros.

En el momento más álgido de su tratamiento con Kahn, dos de sus pacientes tomaban un equivalente a 3,032 y 1,820 miligramos de morfina al día. Un informe elaborado por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades recomendaba a los médicos no recetar más de 90 miligramos diarios debido al alto riesgo de una sobredosis fatal.

La clínica de Kahn, ubicada en un pequeño centro comercial cruzando la Ruta Estatal 95, frente al Centro Médico Valley View en Fort Mohave, no contaba con ningún cartel excepto por un pedazo de papel pegado con cinta adhesiva en la parte interior de la puerta que indicaba el horario de atención, un número de teléfono para sacar citas y una advertencia de que no atendía a pacientes sin cita. Su abogado, el señor Thomas Price, se abstuvo de hacer comentarios, aduciendo “procesos legales en curso”.

La Junta de Farmacia del Estado de Arizona mantiene una base de datos de médicos, pacientes y prescripciones médicas denominada el Programa de monitoreo de la prescripción de sustancias controladas, la que puede ayudar en las investigaciones disciplinarias a médicos. Sin embargo, la ley estatal no permite que las juntas la utilicen si no se ha abierto una investigación.

La DEA también cuenta con una base de datos que puede rastrear medicamentos de venta con prescripción médica desde su fabricante hasta el paciente, pero esta no suele usarse como fuente de pistas para realizar investigaciones criminales debido al volumen de medicamentos que rastrea, señaló Doug Coleman, agente especial de la DEA a cargo de la división de Phoenix, división que supervisa los registros de las sustancias controladas de decenas de miles de profesionales de la salud en Arizona.

“A menos de que alguien nos proporciones un dato, la posibilidad de que nosotros hallemos algo (un médico que esté haciendo un mal uso de medicamentos) como resultado de una inspección reglamentaria de rutina es remota”, manifestó Coleman. “Simplemente hay tantos más de ellos que de nosotros, que podría tomar tres o cuatro años antes de que nos demos cuenta”.

En ocasiones, los médicos que recetan cantidades excesivas de medicamentos, como Robert C. Osborne de Tucson, enfrentan cargos penales. Fue acusado en diciembre de 2014, luego de una presunta prescripción de cientos de miligramos de opioides a sus pacientes y de facturar de forma fraudulenta a Medicare por pastillas que sus pacientes no necesitaban. Se declaró inocente.

Uno de esos pacientes era una enfermera de 52 años de edad de Tucson que había sido adicta por años. Sus dosis continuaron incrementándose bajo el cuidado de Osborne – aun cuando no pasó pruebas de detección de drogas, según los registros. Fue encontrada muerta en el 2010; tenía cuatro medicamentos diferentes en su sangre.

“Se le había prescrito parches de fentanilo, parches de los que ella abusaba. En vez de colocarlos en su piel, los masticaba”, indicó la hija de la mujer, Jamie Dutton, de 38 años de edad. “Todos los farmacéuticos y los técnicos de farmacia me hablaban al respecto. Cuando recogía sus medicinas o cuando dejaba sus prescripciones, me decían que ellos consideraban que la estaban sobremedicando y fue reportado a la DEA”.

El caso de Osborne está pendiente.

Las muertes provocadas por una sobredosis por opioides en Arizona, los que incluyen la heroína, han aumentado de alrededor de 620 en el 2014 a 701 en el 2015, según el Departamento de Servicios de Salud de Arizona. Miles de consumidores de drogas requieren atención de emergencia después de una sobredosis.

Los denominados “pill mills” o centros de distribución ilegal de medicamentos de venta con prescripción médica, donde los médicos como Osborne presuntamente intercambian efectivo por pastillas, son investigados por las autoridades del mismo modo en que investigarían una red ilegal de drogas. Estos también toman tiempo.

“En Arizona, hay millones de millones de pastillas que se abren camino e ingresan a nuestras comunidades. Muchas de estas pastillas son altamente adictivas,” manifiesta Stephen Duplissis, jefe de la sección de Fraude y Abuso del Servicio de Salud de la Oficina del Fiscal General de Arizona. “De forma que debemos preguntarnos: ¿cómo es que estas pastillas, estas pastillas altamente adictivas, llegan hasta nuestras comunidades en Arizona? Bueno, una forma en que lo hacen es cuando tenemos un médico que está dispuesto a recetar medicamentos sin un objetivo médico legítimo, sino sencillamente para lucrar”.

“Lo que tenemos es una sociedad que funciona día y noche, y lo hace drogada”, dijo Duplissis.

La Junta Médica de Arizona le había prohibido a Alaaeldin Babiker, el médico de Yuma que entregó su licencia en abril después de la muerte de uno de sus pacientes, que recete sustancias controladas dos años antes. Se le aplicó una sanción disciplinaria por dependencia a los opioides, entre otras adicciones, y por recetar drogas a su esposa.

Cuando los funcionarios de la junta acudieron a su consultorio, su sala de espera estaba llena de pacientes, mientras que a él no se le halló en ninguna parte. Había “jeringas usadas, agujas, bolas de algodón usadas y otros materiales antihigiénicos desperdigados en el piso y los escritorios,” de acuerdo con los registros disciplinarios.

A diferencia de Babiker, algunos médicos que prescriben medicamentos en exceso reciben sanciones disciplinarias en múltiples oportunidades sin restricciones duraderas en su licencia.

Un médico en Casa Grande, Michael Ridge, recetó una mezcla de Vicodin y otros medicamentos por años a un paciente de 20 años de edad, que el médico notó que “tenía ansias de recibir opioides,” según los registros. El hombre cometió tres intentos de suicidio mientras se encontraba bajo el cuidado del médico, uno de los cuales fue reportado por su madre.

Cerca de un año después de la primera cita del hombre, Ridge “fue notificado por una farmacia de que (el hombre) estaba recibiendo sustancias controladas por parte de otros proveedores.” Luego de dejar de prescribirle los medicamentos por un periodo breve, Ridge continuó recetándoselos.

La Junta Médica de Arizona amonestó a Ridge sin restricciones, al hallar que “recetaba narcóticos para el dolor crónico sin realizar una evaluación del problema”. Luego, se le puso a prueba por faltas similares. Ridge no respondió a la invitación para hacer sus comentarios. Aún se encuentra ejerciendo.

Un osteópata de nombre Richard Settles viajó a múltiples estados; mintió en sus solicitudes de licencia y trató de recetar opioides hasta que su registro de la DEA fue revocado en setiembre. Pero el patrón comenzó en Arizona, donde distribuyó opioides en masa hasta que la madre de uno de sus pacientes presentó una queja ante la junta, provocando que Settles entregue voluntariamente su registro para prescripción de medicamentos de la DEA.

Tres meses después, un dato anónimo alertó a la junta de osteopatía al indicar que todavía prescribía medicamentos. La junta encontró que había emitido 17 prescripciones de sustancias controladas, incluyendo morfina y oxicodona a pacientes de hospitales de cuidados paliativos después de haber perdido su registro.

Jones, un miembro de la junta de osteopatía, señaló que educar al público sobre el papel de la junta en la sanción de médicos permitirá que la junta descubra faltas más rápidamente.

“Los miembros de la familia usualmente tienen pleno conocimiento y son los primeros en enterarse de la situación”, dijo. “Esas son cosas de las que queremos enterarnos. Esas son las situaciones de las que queremos que nos pongan al tanto”.

Al igual que la junta médica, la junta de osteopatía también ha dado múltiples oportunidades a los médicos que prescriben medicamentos en exceso y han fallado en atrapar a otros por años.


Las autoridades sospechan que un farmacéutico de Show Low robó más de 3,000 dosis de oxicodona, hidrocodona y otros medicamentos. Fue acusada en mayo. El Equipo de arrestos para crímenes mayores de la Oficina del Alguacil del Condado de Navajo, el Departamento de Policía de Show Low y agentes especiales de la sección de investigaciones especiales de la Oficina del Fiscal General de Arizona condujeron la investigación. (Foto cortesía de la Fiscalía General de Arizona)

Philo Rogers, un osteópata, fue sancionado seis veces en el transcurso de 14 años – la cantidad más grande de veces para cualquier médico – por recetar cantidades excesivas de opioides cuando solo contaba con muy poca documentación médica. Rogers no respondió a nuestros pedidos para que nos brinde sus comentarios.

La adicción a los medicamentos de venta con prescripción médica “no está recibiendo la atención que tan desesperadamente requiere para poder salvar vidas. Y un gran componente de ello es que clasificamos ciertos medicamentos como aceptables y ciertos otros como no aceptables,” dijo Marissa Rodriguez, joven de 21 años de edad cuya adicción comenzó cuando tenía 14 con OxyContin luego de sufrir una lesión de gimnasia. “Está llegando a los suburbios de nuestro país, a niños cada vez más y más jóvenes porque, de algún modo, es aceptable y eso debe cambiar”.

Sabrina Pojar, una médico y profesora de Banner – University Medical Center en Phoenix, previamente trabajó en una clínica de medicina familiar donde su predecesora prescribía altas dosis de opioides. Pojar comentó que algunos pacientes también tomaban ansiolíticos o tenían condiciones respiratorias que incrementaban las probabilidades de una sobredosis mortal.

A veces, dijo, les da un ultimátum a sus pacientes: O disminuyes tu uso de opioides o acudes a una clínica que se especialice en el manejo del dolor.

“Es una situación difícil de enfrentar porque quieres ayudar a las personas y es difícil saber, al conocer a alguien por primera vez, si ya es adicto a estos medicamentos. Es difícil encontrar ese punto medio en el que sé que estoy ayudando a las personas y que están satisfechas con la atención médica que reciben”, comentó. “Hubo algunos pacientes que se enojaron; otros amenazaron. Al final sentí que hacía lo correcto porque hice un juramento en el que prometí, antes que nada, no hacer daño”.

El agente Coleman de la DEA dijo que los médicos que recetan cantidades excesivas de opioides usualmente pertenecen a dos categorías: médicos corruptos y médicos que sucumben a la presión por parte de los pacientes y de las compañías farmacéuticas.

“La mayoría de estos hombres y mujeres son 100 por ciento legítimos,” dijo. “Lo están haciendo tal y como se les preparó. Se preocupan por sus pacientes. Pero si tienes a uno que quiere sacar provecho, este puede hacer (200 a) 300 prescripciones médicas al día. Esos médicos son los criminales. Esos son los que trafican drogas. Pero la razón por la que son el problema es porque pueden ocasionar un gran caos”.

Uno de estos médicos corruptos era Edward Sayegh, quien fue sentenciado a cuatro años de cárcel luego de declararse culpable el año pasado de múltiples cargos que incluían conspiración, fraude y cargos por desvío de medicamentos. Según los registros de la corte, Sayegh no solo prescribía opioides sin una causa médica, sino que él mismo también abusaba de narcóticos. Lideraba una extensa red de prescripción de fármacos que involucraba tratos con traficantes de drogas para intercambiar calmantes por prostitutas.

“Si vemos el caso del exmédico Edward Sayegh, calculamos unas 200,000 pastillas al año”, dijo Duplissis. “Y el rango de fechas para ese caso fue todo el periodo desde agosto de 2009 hasta abril de 2014. Tú has tus cálculos. Esas son muchas pastillas”.

Sayegh declinó el ser entrevistado a través de un vocero del Departamento Correccional de Arizona.

“Se contratan a los mejores abogados para los casos contra médicos. Ellos cuentan con fondos a su disposición, así que nos enfrentamos a los mejores abogados criminalistas en Arizona cuando preparamos un caso contra un médico,” indicó Duplissis.

“Cuando preparamos un caso contra un médico, nos alistamos para una guerra”, añadió.

A Osborne, el exmédico de Tucson, se le recovó su licencia unos meses antes de su acusación en el 2014, cuatro años después de que empezara la prescripción excesiva de medicamentos y dos años luego de que un centro de rehabilitación de Tucson presentara una queja contra él ante la Junta Médica de Arizona. Ya había sido amonestado en el 2009 por recetar cantidades excesivas de opioides.

Osborne se ha declarado inocente. Su juicio aún está pendiente, pero Dutton dijo que los procesos penales solo pueden hacer hasta cierto punto.

“Puede ir a prisión, pero nunca tendremos a nuestra madre de vuelta”, manifestó la mujer. “Causó un torbellino de adicción en mi familia. Y fue como si echara la ruleta a andar y perdimos a otro miembro de la familia. Nunca debió de haber pasado”.

La reportera de Cronkite News Lily Altavena contribuyó con este artículo.